lunes, 15 de junio de 2015

Contienda apresurada

Anticipación. Herramienta clave en la carrera por la presidencia. Para bien o para mal, tomar la delantera apabulla a los otros aspirantes. Margarita Zavala sabe cómo jugar esta competencia y lanzó su primer movimiento adelantado. A pesar de la corriente en contra que el equipo antagónico al interior de su partido le ha impuesto de manera sistemática y pública, la exprimera dama de la Nación vuelve con ímpetu y nuevas energías.

Fue tan sorpresiva la declaración, que al día siguiente de la declaración de Zavala, Ricardo Anaya se postula también, pero a la presidencia del PAN. Pero las circunstancias del partido, son las que permiten a Margarita actuar de esta manera. Acción Nacional ha venido perdiendo posición en la estructura del electorado. Desde aquella victoria colosal de Fox, las cifras vienen en caída.

Vicente Fox obtuvo el 42.5 por ciento de los votos totales en las urnas hace 15 años. Felipe Calderón alcanzó el 35.8 por ciento. Una lucha de tercios se suscitó en aquella controvertida elección con Andrés Manuel López Obrador de contrincante. En las más recientes elecciones presidenciales el PAN, representado por Josefina Vázquez Mota, perdió con el 25 por ciento.

En las elecciones de hace una semana, el PAN alcanzó una votación total del 21 por ciento. La más baja desde hace 20 años. Los resultados para ese partido pueden ser alarmantes. Sin embargo, un replanteamiento de su plataforma y la renovación de su liderazgo pueden darle el giro enriquecedor, aunado a los bajos resultados de los partidos contrarios. La izquierda, por su lado, está más fraccionada que nunca. Y en el caso del PRI, la credibilidad está en juego. El castigo electoral en ambos casos, fue notorio en las recientes elecciones.

Margarita llega como una bocanada de aire fresco para el partido. Al margen de las candidaturas independientes, cuyo mejor resultado es la gubernatura electa del Bronco, en Nuevo León. El sistema partidista en México sigue representado un tema relevante y poderoso. Parece haberse terminado la referencia carismática y protagonista de candidatos jóvenes. Hilary Clitnon y Margarita Zavala ponen de manifiesto una nueva manera de contender. Mujeres inteligentes, estudiadas y formadas en la vida política, también ex primeras damas, pueden hacer grandes cambios por su país.

¡Ya comenzó la carrera por la presidencia! Vamos a estar muy pendientes de cada uno de los aspirantes. Y sobre todo, al tanto de cada independiente que surja en el camino.

viernes, 6 de marzo de 2015

Contienda esperanzadora

1980. Comenzaba la penúltima década del siglo veinte. Recuerdo que nos instalamos en una casa moderna de la 1ª Norte Poniente en el mero centro de la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez. A la vuelta del Casino Tuxtleco. Aunque había nacido en el Distrito Federal, el amor por Chiapas me fue inculcado desde pequeño. Mis padres, ambos, son nacidos en ese próspero estado. Desde los seis años fui descubriendo la maravilla que era vivir en provincia. La cercanía de las distancias. La alegría de las personas por disfrutar de un ritmo de vida más pausado. Nada que ver con la ajetreada Ciudad de México. El clima húmedo también era característico, lo recuerdo caluroso pero nada que no aliviara un ventilador.

Por aquellas épocas, se vivía una epidemia de paludismo. Ahora sé que también se le conoce como malaria. Es una enfermedad grave, al menos en ese momento lo era. No había una vacuna efectiva. Se transmite de muy pocas maneras. Pero la principal causa de traspaso es la picadura de un mosco que se haya alimentado de sangre contaminada. Por toda la ciudad se podían notar camionetas blancas con la palabra de la enfermedad en letras negras, a manera de distintivo. Toda una organización luchaba por disminuir el impacto agresivo de ese padecimiento. Por ello, de manera muy frecuente, todos los días, se escuchaba la campana que anunciaba la proximidad del furgón que cargaba el insecticida malatión. El efecto de su descarga provocaba una nube blanca, todavía guardo en la memoria su olor penetrante. Todos corríamos a cerrar ventanas para evitar que se colara por los interiores de la casa.

A las dos de la tarde, de regreso de la escuela se escuchaba, casi al unísono, la caída de todas las cortinas de los negocios del centro. Cerraban para comer. Así funcionaba el comercio en la alejada capital del estado chiapaneco. A las ocho de la noche todo estaba cerrado y comenzaban las tertulias familiares. Mucha gente sacaba sus sillas a la calle, para disfrutar del fresco viento que apaciguaba el calor tropical. Nos conocíamos casi entre todos. Era notable la llegada de alguien nuevo a la ciudad. La dinámica cotidiana quizá se afectaba por el arribo de familias que acompañaban a los ingenieros y trabajadores que construyeron la presa Chicoasén.

Los cafés de la avenida central que reunían a intelectuales, burócratas y empresarios siempre estaban siempre llenos. Se respiraba el olor de la buena bebida de cacao a casi una cuadra de distancia. Ahí se discutía de todo. De política sobre todo, porque los tuxtlecos así son, informados de los acontecimientos públicos. Es de recalcar que la división del trabajo en Chiapas, sobre todo en ese momento de la vida, no era precisamente muy amplia. La gente o vivía del gobierno, o de darle servicios. Pocos eran los empresarios, pues la economía era pequeña. Tuxtla Gutiérrez es una ciudad prácticamente nueva. Apenas cumplió sus cien años.

Ahí viví mi infancia, una gran parte de mis mejores amigos los conocí allá. Son mis hermanos. Ahora Tuxtla es una gran ciudad, enorme, inmensa. Cada vez que la visito puedo notar su crecimiento, en todos los sentidos. Pude notar también como quedó desatendida durante los últimos años. Cómo se fue volviendo peligrosa, desordenada. Ha perdido mucho de su apariencia original. La fuente del boulevard ya no existe, por ejemplo. Pero el zoológico es otro, mucho más bonito. Aunque sin su majestuosa águila arpía, que tanta tristeza me dio saber que ya no vive más. Pero sí con los jaguares, el negro sobre todo. El parque Morelos también se transformó en una gran alameda. Creo que con motivo de la celebración del bicentenario de la Independencia nacional.

De pronto crecimos también nosotros. Varios de mis amigos y conocidos se quedaron orgullosamente viviendo allá. Otros, volvieron a trabajar por la ciudad después de haber estudiado en otras ciudades más grandes. Y ahora, algunos contienden por la alcaldía de esa gran ciudad. Conozco personalmente a dos. Como buenos tuxtlecos, no pueden negar su amor por Tuxtla. Será su momento, en caso de ganar, de devolver a la capital del estado lo que tanto nos dio y enseñó. Su transformación valiosa causa responsabilidad.

En la medida que los candidatos hagan a un lado sus intereses personales y pongan en primer lugar a la ciudadanía y sus necesidades, será más fácil elaborar una propuesta más clara para los votantes y por ende, más atractiva. No es difícil saber qué necesita Tuxtla. Pero ha crecido tanto, que es fundamental dimensionar la demanda de cada zona. De norte a sur, de oriente a poniente, la capital chiapaneca requiere de un alcalde capaz de atender todas las solicitudes y priorizarlas. La inseguridad, como en todo el país es un asunto delicado. Además de ser la sede de los poderes del estado, es la primera cara ante el turismo nacional e internacional que visita Chiapas.

La tarea no es difícil, pero sí compleja. Quienes están dispuestos a gobernar esa ciudad deben recordar su origen, quererla entrañablemente. Para no caer de nuevo en los errores recientes que tanto afectaron esa ciudad. Comenzó ya la batalla por las posiciones, camino de las elecciones. Esperemos escuchar propuestas aterrizadas, atractivas y pensadas, por el bien del pueblo tuxtleco.

México, D.F. a 4 de marzo de 2015.



lunes, 2 de marzo de 2015

Dualidad protagónica

Aparador. México siempre ha sido un país controversial. Desde la colonización hasta nuestras fechas hemos permanecido sujetos al escrutinio público internacional. Nuestra naturaleza combativa aborigen, sumada a la mezcla europea de pobre estirpe, dio origen a pobladores con una conciencia de resistencia permanente y al mismo tiempo en búsqueda de transformación. De ahí que las luchas por la independencia de los ibéricos, la posterior guerra por liberarnos del imperialismo austro-húngaro y la revolución, marcaron para nuestro país un estigma distinguido de fuerza y sensibilidad.

De esta forma, los mexicanos hemos ido paulatinamente ocupando los espacios públicos internacionales desde la ciencia, la política y el arte. Por nuestra ubicación geográfica, somos el gozne entre lo cultura rígida anglosajona del norte del continente y la desorganizada sociedad hispana del sur. Podemos decir que contamos con lo mejor y lo peor de ambos mundos. En la medida que hemos avanzado en materia intelectual con premios nóbeles hasta óscares, también ocupamos los primeros niveles de pobreza y violencia en el orden mundial.

Ello nos pone en una especie de estantería frente a detractores, analistas y seguidores. Por tanto, nos hemos visto obligados siempre a actuar como una sociedad alternadamente pública y secreta, de acuerdo con las necesidades políticas y culturales del momento. Las transformaciones tecnológicas evitan cada vez más que una sociedad pueda permanecer cerrada a ciertas verdades notorias. El trabajo político es cada vez más minucioso en tareas de seguridad nacional y reserva de información. Pero es inevitable ser el blanco permanente de análisis.

Recientemente dos hechos fijaron nuevamente la notabilidad de nuestro país ante los demás. Por un lado, el paradójico inversionista multimillonario estadounidense, Donald  Trump, en tan sólo un par de semanas llevó a México de la excelencia a la inmundicia. Primero nos comparó con China, por nuestra potencialidad económica. Posteriormente denostó las capacidades del país por sus altos niveles de corrupción. Todo parece indicar que el origen de sus declaraciones se debe a voluntades corporativas distintas. Mientras obtiene generosas utilidades por sus distintas inversiones en México, pierde posición en la Academia de la Artes de Estados Unidos por no haber atinado en el apoyo de las películas premiadas recientemente. El “Negro” Inárritu puede estar aún más satisfecho de su premio pues tocó fibras sensibles en la comunidad norteamericana.

En otro contexto, el Papa Francisco I, desde la comodidad de su oficina, lanzó una advertencia a sus coterráneos, probablemente sin querer. Sugirió a través de un correo personal que Argentina podría convertirse en un país violento asediado por el narcotráfico, como ocurre hoy en día aquí en nuestra nación. Las reacciones enérgicas de nuestra cancillería no se hicieron esperar. La relación entre el Vaticano y México se tensó por momentos. ¿Dijo alguna mentira el Papa?, ¿no es cierto que estamos inmersos en una grave crisis de gobernabilidad y seguridad nacional? El efecto mediático de las desapariciones de personas, los frecuentes enfrentamientos entre cárteles a lo largo de todo el país, la evidencia de la complicidad de algunos funcionarios de los tres niveles de gobierno, entre otros acontecimientos, fortalecen la hipótesis del Pontífice. Cuando las declaraciones vienen del máximo líder católico –además en tono personal-, entonces arde.

En la medida que la sociedad mexicana sea más consciente de su entorno, será más fácil determinar las acciones a seguir en torno a la recomposición social, política y económica del país. El espacio común en el que caen todos los políticos acerca de las potencialidades naturales de nuestro país y la necesidad presta de aprovecharlas, es incuestionable. El problema radica en qué hacer con ello y cómo revertir la desintegración de una colectividad que a todas luces ha perdido el rumbo por permanecer en lucha constante por una autonomía que desde hace muchos años ya fue concedida y que al parecer, no la hemos hecho nuestra.

Es valioso considerar que al estar en el pensamiento de personajes emblemáticos en el orden internacional, es porque nuestra presencia en el mundo es relevante. Las propuestas y acciones de los próximos gobernantes deberán atender con mayor eficacia el fortalecimiento de las capacidades en cada rincón de México. La riqueza intelectual y humanista rebasa al patrimonio natural de las regiones. La amalgama de ambos factores, de una manera ordenada y planeada de forma estratégica, podrá seguramente llevarnos a esos primeros lugares dentro de la economía mundial que siempre quedan en promesas e intenciones, pero que nunca hemos visto alcanzar.

Mientras tanto, festejemos que dos mexicanos se hayan colado, por segunda ocasión, en la cultura del cine norteamericano. A través de una producción que muestra claramente las debilidades del sistema de ese país. Las mismas que les dio la oportunidad a Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki de hacerse de varios óscares, en medio de la polémica y la frustración de algunos por la naturaleza crítica del filme.

Enhorabuena para el Negro y el Chivo. Bien merecido.

México, D.F. a 27 de febrero de 2015.



viernes, 27 de febrero de 2015

Lémures inanimados

Inflación. Los que formamos parte de la comúnmente llamada generación X, conocemos bien el término. Porque esa época no sólo se trató de revoluciones tecnológicas permanentes como pasar del blanco y negro al color en las pantallas de televisión, de lo alámbrico a lo inalámbrico en los controles… en fin. En México, el alza generalizada de precios fue el común denominador de las familias en ese lapso. Nunca sabíamos qué iba a pasar con la economía nuclear, siempre había que aprovechar las oportunidades. En Tuxtla, donde vivimos nosotros desde inicios de los años ochenta, era común que en las casas nos abasteciéramos con sacos de granos, azúcar y cajas de aceite para prevenir el desabasto que provocaba la escalada inflacionaria. De un día para otro los importes de los productos básicos se elevaban al doble y todo desaparecía en segundos de las tiendas. Era imposible planear eficientemente la economía en cualquier escala social o empresarial.

Yo viví en carne propia el efecto. En aquellas épocas de mi niñez, mis padres eran muy estrictos con nuestra alimentación. Nos mandaban a la escuela siempre bien equipados en la lonchera, con puros alimentos sanos. De manera que no hacía falta formarse en la cooperativa del colegio para completar el refrigerio. Sobra mencionar que el licuado mañanero se componía de alrededor de 500 calorías –una mezcla de leche, plátano, chocolate y huevo-. ¡Suficiente para toda la mañana!

Como muchos niños, la comida chatarra que vendían en la tienda escolar me resultaba muy atractiva. Un refresco de cola y unas frituras que antes eran representadas por un ratón ‑ahora es un tigre- costaban juntos, 6 pesos de los viejos. Ello me obligaba a ahorrar la aportación dominical que nos hacía mi papá más un peso adicional, durante una semana, para lograr comprar el anhelado paquete. Sin tener además que pasar por la aprobación parental que, seguro estaba, sería negativa para esos fines.

Así que junté, durante una semana, cada centavo que recibía de mis padres, o que me ganaba por alguna labor casera o del negocio familiar. Recuerdo haber llegado a la escuela ese viernes con el corazón palpitando de alegría. En mi bolso derecho del pantalón titilaban las monedas destinadas al suculento piscolabis prohibido. Las horas que pasaron desde mi llegada hasta que salimos al recreo pasaron lentas. Salí del salón con paso firme hasta la reja que separaba la muchedumbre de golosos y los anaqueles de la cooperativa. Como era pequeño, tuve que treparme por los barrotes hasta que mis bracitos alcanzaron el borde superior. –¡Una coca y unos chetos, por favor!-, pedí a la encargada como si se tratara de las acciones de una empresa en ascenso en el piso de remates.

Mis 6 pesos viejos estaban sujetos de mi mano, para evitar que cualquier centavo se cayera. Era difícil sostener toda esa morralla con mi pequeño puño. De pronto, volteó hacia mí la señora y me dice: -Son 6.50…- Con lágrimas en los ojos ví que los precios se habían incrementado ese mismo día. El paquete había subido 50 centavos y no había manera de cambiar eso. Eran precios controlados. No tenía acceso al crédito porque mis papás no avalaban esas transacciones. De hecho siempre daban instrucciones precisas de que no tomara nada de esa tienda, a menos que llevara dinero para comprar.

Así de cruel es el fantasma de la inflación. Es casi apocalíptico. En México se viven otros momentos. La especulación se lleva a cabo en otras divisas. A pesar de que la gente de a pie diga que los precios han aumentado y que las instituciones de este país esconden la verdad –a través de la manipulación de la información- al respecto del tema inflacionario, lo cierto es que no estamos ante ese riesgo, todavía. Como sí lo viven ahora otros, como los venezolanos.

El riesgo siempre vivirá latente. Como esos virus que se creen erradicados y de pronto atacan sin piedad zonas vulnerables. El pacto tácito entre las tres esferas de la sociedad permite el equilibrio. Cada uno hace su trabajo. Espero que así sigan las condiciones en México. Que la amenaza de la escala inflacionaria no reavive su llama ante los embates internacionales por el incremento en los precios del dólar y la caída en los precios del petróleo en todo el mundo.

Estoy seguro que nada pasará sino hasta después de julio de este año. Las elecciones también forman parte de la ecuación por el grado de dificultad que obsequian todos los temas en torno a la crisis. Y después de ello, las aguas de la política vovlerán a su calma y podremos ver las consecuencias futuras.

Espero no equivocarme. Tengo algunos antojos todavía qué apaciguar, pagos qué atender y apenas comienzo a juntar nuevamente los centavos.

México. D.F. a 24 de febrero de 2015.



martes, 24 de febrero de 2015


Ensayo espinoso

Arenga. El espacio público más democrático por excelencia, al menos por su naturaleza, hoy se exhibe mediáticamente ante una de sus crisis más severas en la historia del Instituto Nacional Electoral. En el centro de la discusión, el consejero Marco Antonio Baños, ungido apenas el año pasado por la cámara baja. Los temas: el origen de los recursos para la campaña del partido Verde Ecologista y por ende la permanencia de Alfredo Cristalinas al frente de la Unidad de Fiscalización del instituto.

La tensión política en México se ha recrudecido. La división de la izquierda es una dificultad para esa fracción, pues los debilita cada vez más. De tal forma que las propuestas –aunque muy parecidas-, provocan crudas diferencias entre el PRD, Morena y el Partido del Trabajo, por decir de la mayoría de las fracciones. Se ha provocado una competencia desmedida por el control social de esa coalición que ha otorgado fuertes posiciones en los últimos años.

Por el lado de la derecha, el Partido Acción Nacional no termina de acomodarse después de doce años en el poder. Al interior se han enfrentado dos grandes grupos. Uno de ellos se asocia al actual presidente del partido, Gustavo Madero. Los otros, identificados por su preferencia hacia Felipe Calderón y su equipo. De ahí los desaires a Margarita Zavala y la incapacidad para levantar el vuelo en torno a las futuras elecciones federales.

El PRI, siempre acompañado del Verde Ecologista, son los más sólidos por el momento. Y no por su oferta, sino por su posición de poder. Sortean dificultades también, pero hasta ahora fáciles de esquivar. Y para su suerte, son más fuertes los escándalos de la oposición. Su labor actual será deslindar las acciones de gobierno de las del partido. Es ahí donde radica la mayor crítica actual. Pues se han evidenciado las ligas entre los actos de corrupción y la labor electoral, mediante el uso de fondos para la promoción de personajes clave; así como el establecimiento de futuros compromisos con fuertes patrocinadores, unas veces en la sombra, otras veces desconocidos.

Lo que es claro para todos es que se ha desatado fuertemente la carrera por la sucesión. Y cuando la democracia es la única esperanza para los que viven de ello, no es posible pensar que se pueda organizar nadie en torno de la autoridad máxima en la materia para inclinar la posición en favor de alguna de las opciones. Ante la más mínima evidencia de impureza en los procedimientos, el ambiente se convulsiona y todos brincan para deslindar responsabilidades. ¡Qué bueno que eso ocurra! Quiere decir entonces que no existe la influencia absoluta de ninguna de las fracciones.

La tarea del Instituto Nacional Electoral es garantizar votaciones limpias, imparciales y efectivas. No pueden permitir que se salga de las manos nada que ensucie la institución. Los mecanismos de protección deben activarse de inmediato. Perder la legitimidad del órgano sólo descompondrá un sistema que ha venido forjando su posición de imparcialidad durante muchos años.

La piedra angular de nuestra adolescente democracia pasa por momentos muy duros. Espero que no sea por mucho tiempo. Porque se agotan los márgenes de maniobra y se acercan las votaciones de medio término. Los ciudadanos precisamos de acciones claras, transparentes, justas y objetivas. Es el único espacio público mediante el cual la sociedad puede expresar su nivel de satisfacción.

Al cierre de esta edición, parece que la situación comienza a enfriarse y los principales partidos están abiertos al diálogo y la concordia con la consejería electoral. Es un gran reto para Lorenzo Córdova. El Presidente Consejero deberá poner en práctica todo lo que criticó del pasado y seguramente también lo que escuchó de su padre por muchos años, antes de ni siquiera pensar en convertirse lo que es el día de hoy.

México, D.F. a 19 de febrero de 2015.

jueves, 19 de febrero de 2015

Expatriación perpetúa

Migración. Hasta en los libros de texto gratuito se explica el fenómeno social más ofensivo e inhumano que se desarrolla desde hace décadas en la frontera norte de nuestro país. De acuerdo con Oxfam México y el Censo de Población y Vivienda más reciente, se sabe que son más de 30 millones de mexicanos los que residen en Estados Unidos. Además identificaron que constituyen el 64.9 por ciento de la población hispana total. Menos de la cuarta parte ha podido obtener la ciudadanía americana. Y cerca del 27 por ciento viven en condiciones de pobreza. Son alrededor de 600 paisanos los que cruzan la frontera diariamente. Y de todos ellos, la mitad o más, vienen de los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Los más pobres de la República Mexicana.

Durante mi estancia por McAllen viví de cerca esa situación. Tan sólo en esa zona, conocida como “el Valle”, la economía regional se sostiene del trabajo de cientos de miles de inmigrantes ilegales. Cocineros, meseros, afanadores, mecánicos, plomeros, carpinteros, pintores, cargadores, estibadores, albañiles… en fin. Y es ya tan común la amalgama social entre ambos sectores –legales e ilegales… gringos y mojados- que nadie se atreve a preguntar al otro su condición para evitar ser cómplice o temor a ser descubierto. En un mismo complejo de departamentos de cualquier ciudad americana de ese territorio, puede habitar tanto una familia de inmigrantes ilegítimos como un patrullero fronterizo. Y como si nada, se dan los buenos días cada mañana. Unos a la pena y otros a la pepena.

Una tarde, sobrevolaba sobre el techo de mi oficina un helicóptero. Casi podía asegurar, por su cercanía, que su intención era aterrizar ahí. Observé por la ventana el movimiento anormal de varias patrullas alrededor del complejo industrial donde nos encontrábamos. Decidí salir a ver qué ocurría. Temí que fuera un operativo dirigido a mis instalaciones por la naturaleza de nuestras funciones de exportación de productos agrícolas mexicanos. Pero ni siquiera me voltearon a ver. Estaban a la espera de otra cosa… De pronto, a lo lejos, alcancé a ver tres individuos que corrían entre los pastizales vecinos. Cercanos a su vez, a las veredas que vienen de la frontera. Junto a la presa Anzalduas, que se nutre del caudaloso Río Grande. Se trataba de mexicanos que intentaban escabullirse de los oficiales fronterizos. En menos de cinco minutos estaban siendo aprehendidos.

Sentí una profunda tristeza. Sus rostros eran de inconsolable frustración. Es de reconocer que el trato de los policías fue amable, nada ofensivo. También se les notaba la pena en sus latinos semblantes. Probablemente sus papás o abuelos hicieron lo mismo en el siglo anterior. Y ahí es donde entra la más penosa de las batallas ideológicas sociales. ¿No es paradójico?, ¿cómo entonces se accede a la atractiva tierra de las oportunidades? Es como si se tratara de un sorteo ficticio. Son pocos hoy en día los que tienen éxito la primera vez que emprenden el peligroso éxodo. La vigilancia de la frontera se ha vuelto cada vez más estricta y por ende más infranqueable.

Hoy, el nuevo gobernador de Texas, Greg Abbott, solicitó mantener la vigilancia fronteriza que realiza la Guardia Nacional desde el año pasado. En tanto, enlistará a 500 ciudadanos texanos para suplantar su labor. Son más de mil soldados los que resguardan la línea divisoria entre ese estado americano y Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua. Situación que se detonó hace más de una año por la sorpresiva aparición de cientos de niños solos que eran enviados desde nuestro país y abandonadas a su suerte para cruzar la frontera, con la aparente idea de brindarles un futuro mejor. ¡Vaya idea estúpida e desalmada!

Y lo más grave de todo esto es que la situación comienza a tomar tintes de brutal enfrentamiento. Cada vez más con mayor frecuencia. Se han incrementado los registros que se tienen de acontecimientos violentos en torno a situaciones de diferencias raciales. Si no son policías acribillando a un afroamericano, son jóvenes pseudonazis apuñalando a un latino, entre muchos otros actos.

El presidente Obama encabeza una de las campañas más sostenidas y coherentes en torno a ese fenómeno social. A pesar de ello, son muchos los que se oponen a la apertura gradual de la frontera y a la aceptación de legalizar a los migrantes ya establecidos en el vecino país del norte. La presencia latina es cada vez mayor y cuenta con representación en los dos partidos más emblemáticos de la política estadounidense. Ceder un poco no cambiaría nada. Ya forman parte del entorno social. Al contrario, considero que fomentaría un crecimiento más estable de las economías regionales por el reconocimiento de ingresos públicos a través del cobro de impuestos a todos aquellos que no lo hacen hoy en día por su condición ilegal. Pues además el gasto del erario ya ocurre por las políticas liberales que rigen a ese país de otorgar servicios gubernamentales amplios y justos.

El escenario es grave y delicado. Sigue tratándose de un asunto de voluntades y grandes acuerdos. Sería una evolución titánica sin precedentes de llevarse a cabo el aligeramiento de las muchas barreras –físicas e ideológicas- levantadas para impedir el libre tránsito de mexicanos y el resto de latinoamericanos en Estados Unidos. Como sí ocurre con canadienses y europeos, al menos de manera más laxa. No sé si algún día ocurra. Aunque me agradaría, para no volver a ver nunca más en mis paisanos esas caras sombrías y descompuestas. Como las de aquella tarde.

México, D.F. a 17 de febrero de 2015.


lunes, 16 de febrero de 2015

Caudal arrojo

Voluntad. Un poco de eso y otro tanto más de capital son los ingredientes suficientes para tomar la determinación –que celebro hoy, con mucho agrado- de mi actual jefe y presidente consejero, don Alberto Bailleres: La fundación de Petrobal. La primera empresa petrolera mexicana privada, después de las recientes reformas estructurales en la materia. Y más aún, que haya pensado en Carlos Morales Gil como su Director General. Uno de los petroleros mexicanos más emblemáticos de los últimos 20 años, me atrevo a decir.

Es de señalar que se trata de un negocio altamente riesgoso. Eike Batista, de Brasil, es un ejemplo de lo que no debe ocurrir nunca en México. Los pozos contratados a Petrobrás por este millonario, no brindaron las ganancias esperadas y todo terminó en la quiebra de su compañía. Se trataba del segundo hombre más rico de América Latina, según Forbes, después de Carlos Slim. Hoy es más pobre que Chespirito –cuya riqueza ascendía antes de su muerte a 1.7 miles de millones de dólares, según ese mismo organismo-. Pasó de ser un hombre con un capital de 56 mil millones de dólares, a tan sólo 200 millones en muy pocos años.

No obstante, la conformación de petrolera del Grupo Bal lleva cocinándose algunos años. La experiencia de tantos años del empresario y su linaje es suficiente para augurarle un éxito consolidado. Y es que la fortuna de más de 18 mil millones de dólares de la familia Bailleres respalda tan distinguida decisión. El ITAM, que también pertenece al grupo, tiene lustros de investigación en la materia. Además de la experiencia adquirida a lo largo de la vida de la minera Peñoles.

Don Alberto acaba de declararse en competencia con las grandes de verdad: Shell, Exxon Mobil, Chevron, Petrobras, Total y Statoil, por decir algunas que ya habían dirigido su mira hacia los yacimientos mexicanos. De hecho, en esta primera ronda de licitaciones, conocida como primer bloque, Petrobal no podrá participar por sí mismo. Tendrá que buscar la asociación en participación de alguna empresa que tenga por lo menos cuatro años de experiencia en operaciones en torno a la extracción de hidrocarburos.

Y como deben haber ya calculado los especialista del grupo que ser petrolero de estreno en estos días no es tarea fácil, resolvieron la ecuación con la presencia del otro Don. ¡Vaya mancuerna!: Carlos Morales Gil. Quien estuvo al frente de la división más exquisita de Pemex, la de Exploración y Producción, por nueve años. Durante su paso por esa entidad emprendió extraordinarias tareas como la explotación del segundo yacimiento de mayor volumen en el Golfo de México, conocida como Ku Maloob Zap; así como la difícil perforación del paleocanal de Chicontepec. También se aventuró en la extracción de crudo en aguas profundas. Todo eso hizo el ingeniero Morales. Por eso está donde está ahora.

Con esta noticia recordé mis tiempos en Pemex. Me vino a la mente cuando hace algunos años, Saúl López de la Torre –a quien aprecio y admiro profundamente desde pequeño y fue quien me invitó hace más de 14 años a trabajar a Pemex-, Carlos Coronado Gallardo –un caballero, gran amigo y más todavía, de Carlos Morales- y yo, viajamos por las diversas instalaciones de Chicontepec por instrucciones del doctor Juan José Suárez Coppel, entonces Director General. Con la finalidad de hacer una evaluación en materia social de la región.

Admirados durante el recorrido, pudimos ver de cerca cómo la tecnología de punta se dirigía al subsuelo a través de brazos flexibles para atravesar la dura roca de esa zona y extraer el apreciado oro negro. Muchas de esas unidades eran propiedad de la iniciativa privada –texanas en su mayoría-, subcontratadas por la paraestatal para llevar a cabo esa dura tarea. Con orgullo, pudimos notar que quienes dirigían las labores de las operaciones privadas eran viejos expetroleros mexicanos. Jubilados de Pemex brindando su experiencia y conocimientos a compañías extranjeras.

Hay mucha leña de dónde cortar en México para forjar empresas mexicana sólidas dedicadas a las labores del petróleo. Ya existen otras, como Oro Negro. Ojalá se consoliden muchas más. Con el recorte del gasto público, Pemex seguramente dejará salir a la calle a muchos petroleros experimentados con ganas y capacidad de seguir trabajando en torno a la industria. Sólo faltan otros valientes como Bailleres y Ramírez Corzo que le quieran apostar al futuro energético.

Por lo pronto, sólo me resta aplaudir el hecho desde mi trinchera. Son hechos palpables de la nueva era en México. Ya veremos si los beneficios se derraman al resto de los mexicanos, como tanto lo prometieron las reformas y sus ejecutores.

México, D.F. a 12 de febrero de 2015.