miércoles, 11 de julio de 2012

Decisiones vs. Voluntades

Polarización. Es el caldo de cultivo más adecuado para condensar escenarios de tensión social. Romanos contra germanos, moros contra cristianos, nazis contra judíos; los ejemplos son infinitos. Sólo basta colocar el detonante en el punto de discordia para que todo estalle. En México llevamos mucho tiempo en tirantez. No ha pasado mucho desde los últimos encontronazos civiles históricos. Y qué hablar de los más recientes por el narcotráfico. Por todo ello, es importante hacer notar que de nueva cuenta se nos presentó una elección dividida, aunque con mayor diferencia entre el primero y el segundo lugar que las elecciones en el 2006.

Se me hace muy difícil pensar que alrededor de 5 millones de votos fueron originados de la manipulación, la coacción, la extorsión y la propaganda. Es como faltar el respeto de cada uno de los que sí asistimos a votar de manera autónoma y decidida. Además que la experiencia de los comicios del 2006 no dejó espacio a ningún partido para la desatención de las casillas. ¿Será entonces que somos un pueblo manipulable? No lo creo así. Creo más bien que es momento de atenuar la polarización. Que los líderes de cada partido retiren su encono del coliseo propagandístico y reformulen su manera de participar en la vida cotidiana del país. Dirigirse a los espacios que les corresponde como fuerza política: el Senado, la Cámara de Diputados, las cámaras de cada uno de los estados, cabildos, en fin.

No coincido con los muchos que aseguran que la elección fue un fraude en su totalidad. Y no precisamente porque esté en contra de López Obrador o a favor de Peña Nieto. Lo que no puedo entender a ciencia cierta, es cómo los mexicanos perdimos la oportunidad de oro de contar con elecciones más transparentes. Eso es lo que duele. La radicalización del resultado es sólo un distractor más de la verdadera realidad de nuestro país. Ya estábamos divididos desde antes, ya sabíamos de qué se trataba la contienda. ¿De verdad fue el PRI el único orquestador de las triquiñuelas? ¿En verdad fue el PRI el único que utilizó más recursos para financiar su campaña? Estoy convencido que todos los partidos trabajan así, es un modus operandi. Pero también creo que cada vez es menos factible doblegar las voluntades a discreción, como si de verdad la ignorancia superara la consciencia.

Respetar la decisión de las mayorías es un asunto de democracia. No creo que deba anularse o invalidarse la elección como lo plantea López Obrador y lo acompaña en su idea, cada vez con más fuerza, el Partido Acción Nacional. Porque todos son responsables del resultado. Los pactos de honestidad, austeridad y limpieza electoral deberían ser firmados antes de iniciarse las actividades de campaña. Estamos ante la gran oportunidad de reformular la Ley Electoral. Los espacios legislativos ganados por el PRD y el PAN deben ser a partir de hoy el pivote que recargue las intenciones de cambio. Una nueva estructura democrática que abra el paso a la relección y a la segunda vuelta. A una mayor transparencia en el uso de los recursos.

Hacer uso de la división para calentar el panorama social no resuelve ningún problema. Es fundamental el replanteamiento de la forma de hacer política para cada uno de los partidos. Y más importante aún, es respetar la decisión de los ciudadanos y no tratarlos como personajes ajenos al panorama público. Es por ellos que existen los partidos. Por la diversidad de ideas, pensamientos e inquietudes. Pero también, por eso existe la democracia, el IFE, las votaciones y los conteos. Mientras todos hagan su trabajo como les corresponde, la duda y el encono se irán atenuando.

Reconocer los resultados de la elección presidencial no es necesariamente una derrota para los vencidos del PRD y del PAN. Es forjar el futuro de un país democrático, cuyos procesos se irán perfeccionando con el tiempo. Como dijo Jorge Luis Borges: “La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce”.

México, D.F. Julio 10, 2012

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