martes, 3 de julio de 2012

Humo Blanco… Verde y Rojo

Domingo primero de julio. 13:10 hrs. Escuela Las Tres Américas, frente a la Bolsa Mexicana de Valores. Constanza, mi hija de cinco años, asistió conmigo a presenciar la primera votación presidencial de su vida. Me ayudó marcando las boletas. Para ella era todo un suceso, para mí aún más. En su inocencia infantil se le había grabado en la memoria un spot de televisión sobre las propuestas del partido Verde, buscó en cada boleta el emblema. Comprendí entonces que la tele sí ayuda a plasmar una idea o una imagen en el top of the mind de la audiencia. Se sorprendió con cada uno de mis votos. Tan distinto uno de otro por la variedad de colores. Ella sabía, por los comerciales transmitidos, quiénes eran los candidatos y se había aprendido también sus frases de campaña. Los dos gozamos del momento.

El proceso fue rápido, escasos quince minutos. Pude notar que estaban los representantes de cada uno de los partidos y varios observadores ciudadanos. Univisión me hizo una entrevista corta porque mi primogénita había recibido también la tinta indeleble en su dedo y sonreía feliz. Esa fue mi efímera participación en esta contienda. Por primera vez en mi vida me dediqué a seguir desde la barrera la carrera por la Presidencia. Disfruté del domingo con Constanza, sin encuestas en la mano, reportes de las regiones, ni llamadas de delegados. Estudié mi voto, invité al sufragio en mis artículos y salí a votar. El resto, es historia.

No hay mucho espacio para la impugnación y el reclamo, como ultimó Andrés Manuel. La diferencia es amplia. Nuevamente cayeron en el error de cálculo durante la campaña y el menosprecio por los votantes que no concuerdan con la corriente lopezobradorista. El país está dividido en tres y el tercio del PRD no fue suficiente para darle la ventaja necesaria para ganar. Peña Nieto es el presidente electo. Con una participación histórica de más del 60 por ciento de la población electoral, la democracia avanzó un paso más en su lento proceso de consolidación. Falta mucho por hacer todavía, porque una competencia como ésta merecía una segunda vuelta. Hoy podemos reconocer que los indecisos tampoco inclinaron la balanza. Las lecturas de las casas encuestadoras eran evidencia clara de la tendencia. Por eso insisto que el 62 por ciento que no eligió por Peña Nieto debería tener acceso a una segunda oportunidad. Para eso sirve el balotaje, para destilar aún más la preferencia de los ciudadanos. Un segundo tamiz que legitima los procesos electorales. Espero que en un futuro veamos esa clase de propuestas en los aparatos legislativos.

Entre tanto, al PRD le queda la satisfacción de la recuperación de nuevos espacios, la consolidación de otros, pero también le queda como tarea un profundo análisis de sus liderazgos y de sus propuestas como izquierda. Si quieren llegar algún día al poder, deberán poner en marcha una transformación de fondo para terminar de convencer al electorado que sus planteamientos son de naturaleza transformadora y progresista y no de ímpetu y obstinación. Considero que mientras su líder moral sea el que llene el espacio de la candidatura para la Presidencia, la imagen que reflejarán será siempre de autoritarios, inflexibles y hasta poco demócratas. El aprendizaje al final de la disputa es áspero para el partido del sol amarillo. Supongo que pesó más el perfil aguerrido y extremista del aspirante que sus propuestas e intenciones de cambio. El país sí quería una evolución. Sólo que no cuajó su oferta entre el electorado. Les quedan nuevamente seis años de observación, análisis, reagrupamiento y preparación.

Es importante rescatar este momento. Leo en los resultados el reproche social hacia la administración actual. Ya es demasiado tarde para la reflexión en el primer círculo presidencial. Al interior del PAN, las palabras de Gustavo Madero el día de hoy pesan. Es cierto que le deben una disculpa al país por no haber consolidado la transición democrática. Y se quedó corto. Hoy experimentan más que nunca que el poder divide y genera conflicto. Creo que cayeron en mucho de lo que criticaron por años. Tampoco puedo dejar de lado que de la mano de esos errores, se dieron muchos aciertos. Una economía más sólida, como lo pudimos observar con los reveses internacionales más recientes. El gobierno es ahora más transparente en muchos de sus procesos y se han establecido nuevas maneras de administrar el servicio público, acortando las posibilidades de corrupción. Pero no supieron cacarear el huevo. Tampoco supieron enderezar el camino ante la queja por el incremento acelerado de la violencia. Doce años estuvo el Partido Acción Nacional en el poder, la primera alternancia en México. Comienza la segunda, porque el PRI ya fue oposición.

Es momento primordial para que Peña Nieto evalúe detenidamente su futura forma de gobernar. Las políticas públicas que formulará en el inmediato, mediano y largo plazo. Los proyectos y programas que pondrá en marcha para lograr cada una de sus metas. La verdadera consolidación de un triunfo electoral se da con cada acción de gobierno. El regocijo por el éxito deberá durar hasta la entrega del registro por parte del IFE. De ahí queda un largo camino por andar. Hasta el momento, todo pinta para un periodo postelectoral pacífico y una toma en el poder con garantías de libre tránsito. Así como tres años de un engranaje casi perfecto porque también alcanzaron mayoría en las cámaras.

No lo desaproveche, futuro señor Presidente. Recibirá un país polarizado, hundido en la violencia y con un considerable aumento en la pobreza y el desempleo. Espero que actúe en cuanto le rinda protesta al Congreso y no espere a que el pueblo se lo demande.

México, D.F. Julio 2, 2012

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