viernes, 27 de febrero de 2015

Lémures inanimados

Inflación. Los que formamos parte de la comúnmente llamada generación X, conocemos bien el término. Porque esa época no sólo se trató de revoluciones tecnológicas permanentes como pasar del blanco y negro al color en las pantallas de televisión, de lo alámbrico a lo inalámbrico en los controles… en fin. En México, el alza generalizada de precios fue el común denominador de las familias en ese lapso. Nunca sabíamos qué iba a pasar con la economía nuclear, siempre había que aprovechar las oportunidades. En Tuxtla, donde vivimos nosotros desde inicios de los años ochenta, era común que en las casas nos abasteciéramos con sacos de granos, azúcar y cajas de aceite para prevenir el desabasto que provocaba la escalada inflacionaria. De un día para otro los importes de los productos básicos se elevaban al doble y todo desaparecía en segundos de las tiendas. Era imposible planear eficientemente la economía en cualquier escala social o empresarial.

Yo viví en carne propia el efecto. En aquellas épocas de mi niñez, mis padres eran muy estrictos con nuestra alimentación. Nos mandaban a la escuela siempre bien equipados en la lonchera, con puros alimentos sanos. De manera que no hacía falta formarse en la cooperativa del colegio para completar el refrigerio. Sobra mencionar que el licuado mañanero se componía de alrededor de 500 calorías –una mezcla de leche, plátano, chocolate y huevo-. ¡Suficiente para toda la mañana!

Como muchos niños, la comida chatarra que vendían en la tienda escolar me resultaba muy atractiva. Un refresco de cola y unas frituras que antes eran representadas por un ratón ‑ahora es un tigre- costaban juntos, 6 pesos de los viejos. Ello me obligaba a ahorrar la aportación dominical que nos hacía mi papá más un peso adicional, durante una semana, para lograr comprar el anhelado paquete. Sin tener además que pasar por la aprobación parental que, seguro estaba, sería negativa para esos fines.

Así que junté, durante una semana, cada centavo que recibía de mis padres, o que me ganaba por alguna labor casera o del negocio familiar. Recuerdo haber llegado a la escuela ese viernes con el corazón palpitando de alegría. En mi bolso derecho del pantalón titilaban las monedas destinadas al suculento piscolabis prohibido. Las horas que pasaron desde mi llegada hasta que salimos al recreo pasaron lentas. Salí del salón con paso firme hasta la reja que separaba la muchedumbre de golosos y los anaqueles de la cooperativa. Como era pequeño, tuve que treparme por los barrotes hasta que mis bracitos alcanzaron el borde superior. –¡Una coca y unos chetos, por favor!-, pedí a la encargada como si se tratara de las acciones de una empresa en ascenso en el piso de remates.

Mis 6 pesos viejos estaban sujetos de mi mano, para evitar que cualquier centavo se cayera. Era difícil sostener toda esa morralla con mi pequeño puño. De pronto, volteó hacia mí la señora y me dice: -Son 6.50…- Con lágrimas en los ojos ví que los precios se habían incrementado ese mismo día. El paquete había subido 50 centavos y no había manera de cambiar eso. Eran precios controlados. No tenía acceso al crédito porque mis papás no avalaban esas transacciones. De hecho siempre daban instrucciones precisas de que no tomara nada de esa tienda, a menos que llevara dinero para comprar.

Así de cruel es el fantasma de la inflación. Es casi apocalíptico. En México se viven otros momentos. La especulación se lleva a cabo en otras divisas. A pesar de que la gente de a pie diga que los precios han aumentado y que las instituciones de este país esconden la verdad –a través de la manipulación de la información- al respecto del tema inflacionario, lo cierto es que no estamos ante ese riesgo, todavía. Como sí lo viven ahora otros, como los venezolanos.

El riesgo siempre vivirá latente. Como esos virus que se creen erradicados y de pronto atacan sin piedad zonas vulnerables. El pacto tácito entre las tres esferas de la sociedad permite el equilibrio. Cada uno hace su trabajo. Espero que así sigan las condiciones en México. Que la amenaza de la escala inflacionaria no reavive su llama ante los embates internacionales por el incremento en los precios del dólar y la caída en los precios del petróleo en todo el mundo.

Estoy seguro que nada pasará sino hasta después de julio de este año. Las elecciones también forman parte de la ecuación por el grado de dificultad que obsequian todos los temas en torno a la crisis. Y después de ello, las aguas de la política vovlerán a su calma y podremos ver las consecuencias futuras.

Espero no equivocarme. Tengo algunos antojos todavía qué apaciguar, pagos qué atender y apenas comienzo a juntar nuevamente los centavos.

México. D.F. a 24 de febrero de 2015.



martes, 24 de febrero de 2015


Ensayo espinoso

Arenga. El espacio público más democrático por excelencia, al menos por su naturaleza, hoy se exhibe mediáticamente ante una de sus crisis más severas en la historia del Instituto Nacional Electoral. En el centro de la discusión, el consejero Marco Antonio Baños, ungido apenas el año pasado por la cámara baja. Los temas: el origen de los recursos para la campaña del partido Verde Ecologista y por ende la permanencia de Alfredo Cristalinas al frente de la Unidad de Fiscalización del instituto.

La tensión política en México se ha recrudecido. La división de la izquierda es una dificultad para esa fracción, pues los debilita cada vez más. De tal forma que las propuestas –aunque muy parecidas-, provocan crudas diferencias entre el PRD, Morena y el Partido del Trabajo, por decir de la mayoría de las fracciones. Se ha provocado una competencia desmedida por el control social de esa coalición que ha otorgado fuertes posiciones en los últimos años.

Por el lado de la derecha, el Partido Acción Nacional no termina de acomodarse después de doce años en el poder. Al interior se han enfrentado dos grandes grupos. Uno de ellos se asocia al actual presidente del partido, Gustavo Madero. Los otros, identificados por su preferencia hacia Felipe Calderón y su equipo. De ahí los desaires a Margarita Zavala y la incapacidad para levantar el vuelo en torno a las futuras elecciones federales.

El PRI, siempre acompañado del Verde Ecologista, son los más sólidos por el momento. Y no por su oferta, sino por su posición de poder. Sortean dificultades también, pero hasta ahora fáciles de esquivar. Y para su suerte, son más fuertes los escándalos de la oposición. Su labor actual será deslindar las acciones de gobierno de las del partido. Es ahí donde radica la mayor crítica actual. Pues se han evidenciado las ligas entre los actos de corrupción y la labor electoral, mediante el uso de fondos para la promoción de personajes clave; así como el establecimiento de futuros compromisos con fuertes patrocinadores, unas veces en la sombra, otras veces desconocidos.

Lo que es claro para todos es que se ha desatado fuertemente la carrera por la sucesión. Y cuando la democracia es la única esperanza para los que viven de ello, no es posible pensar que se pueda organizar nadie en torno de la autoridad máxima en la materia para inclinar la posición en favor de alguna de las opciones. Ante la más mínima evidencia de impureza en los procedimientos, el ambiente se convulsiona y todos brincan para deslindar responsabilidades. ¡Qué bueno que eso ocurra! Quiere decir entonces que no existe la influencia absoluta de ninguna de las fracciones.

La tarea del Instituto Nacional Electoral es garantizar votaciones limpias, imparciales y efectivas. No pueden permitir que se salga de las manos nada que ensucie la institución. Los mecanismos de protección deben activarse de inmediato. Perder la legitimidad del órgano sólo descompondrá un sistema que ha venido forjando su posición de imparcialidad durante muchos años.

La piedra angular de nuestra adolescente democracia pasa por momentos muy duros. Espero que no sea por mucho tiempo. Porque se agotan los márgenes de maniobra y se acercan las votaciones de medio término. Los ciudadanos precisamos de acciones claras, transparentes, justas y objetivas. Es el único espacio público mediante el cual la sociedad puede expresar su nivel de satisfacción.

Al cierre de esta edición, parece que la situación comienza a enfriarse y los principales partidos están abiertos al diálogo y la concordia con la consejería electoral. Es un gran reto para Lorenzo Córdova. El Presidente Consejero deberá poner en práctica todo lo que criticó del pasado y seguramente también lo que escuchó de su padre por muchos años, antes de ni siquiera pensar en convertirse lo que es el día de hoy.

México, D.F. a 19 de febrero de 2015.

jueves, 19 de febrero de 2015

Expatriación perpetúa

Migración. Hasta en los libros de texto gratuito se explica el fenómeno social más ofensivo e inhumano que se desarrolla desde hace décadas en la frontera norte de nuestro país. De acuerdo con Oxfam México y el Censo de Población y Vivienda más reciente, se sabe que son más de 30 millones de mexicanos los que residen en Estados Unidos. Además identificaron que constituyen el 64.9 por ciento de la población hispana total. Menos de la cuarta parte ha podido obtener la ciudadanía americana. Y cerca del 27 por ciento viven en condiciones de pobreza. Son alrededor de 600 paisanos los que cruzan la frontera diariamente. Y de todos ellos, la mitad o más, vienen de los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Los más pobres de la República Mexicana.

Durante mi estancia por McAllen viví de cerca esa situación. Tan sólo en esa zona, conocida como “el Valle”, la economía regional se sostiene del trabajo de cientos de miles de inmigrantes ilegales. Cocineros, meseros, afanadores, mecánicos, plomeros, carpinteros, pintores, cargadores, estibadores, albañiles… en fin. Y es ya tan común la amalgama social entre ambos sectores –legales e ilegales… gringos y mojados- que nadie se atreve a preguntar al otro su condición para evitar ser cómplice o temor a ser descubierto. En un mismo complejo de departamentos de cualquier ciudad americana de ese territorio, puede habitar tanto una familia de inmigrantes ilegítimos como un patrullero fronterizo. Y como si nada, se dan los buenos días cada mañana. Unos a la pena y otros a la pepena.

Una tarde, sobrevolaba sobre el techo de mi oficina un helicóptero. Casi podía asegurar, por su cercanía, que su intención era aterrizar ahí. Observé por la ventana el movimiento anormal de varias patrullas alrededor del complejo industrial donde nos encontrábamos. Decidí salir a ver qué ocurría. Temí que fuera un operativo dirigido a mis instalaciones por la naturaleza de nuestras funciones de exportación de productos agrícolas mexicanos. Pero ni siquiera me voltearon a ver. Estaban a la espera de otra cosa… De pronto, a lo lejos, alcancé a ver tres individuos que corrían entre los pastizales vecinos. Cercanos a su vez, a las veredas que vienen de la frontera. Junto a la presa Anzalduas, que se nutre del caudaloso Río Grande. Se trataba de mexicanos que intentaban escabullirse de los oficiales fronterizos. En menos de cinco minutos estaban siendo aprehendidos.

Sentí una profunda tristeza. Sus rostros eran de inconsolable frustración. Es de reconocer que el trato de los policías fue amable, nada ofensivo. También se les notaba la pena en sus latinos semblantes. Probablemente sus papás o abuelos hicieron lo mismo en el siglo anterior. Y ahí es donde entra la más penosa de las batallas ideológicas sociales. ¿No es paradójico?, ¿cómo entonces se accede a la atractiva tierra de las oportunidades? Es como si se tratara de un sorteo ficticio. Son pocos hoy en día los que tienen éxito la primera vez que emprenden el peligroso éxodo. La vigilancia de la frontera se ha vuelto cada vez más estricta y por ende más infranqueable.

Hoy, el nuevo gobernador de Texas, Greg Abbott, solicitó mantener la vigilancia fronteriza que realiza la Guardia Nacional desde el año pasado. En tanto, enlistará a 500 ciudadanos texanos para suplantar su labor. Son más de mil soldados los que resguardan la línea divisoria entre ese estado americano y Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua. Situación que se detonó hace más de una año por la sorpresiva aparición de cientos de niños solos que eran enviados desde nuestro país y abandonadas a su suerte para cruzar la frontera, con la aparente idea de brindarles un futuro mejor. ¡Vaya idea estúpida e desalmada!

Y lo más grave de todo esto es que la situación comienza a tomar tintes de brutal enfrentamiento. Cada vez más con mayor frecuencia. Se han incrementado los registros que se tienen de acontecimientos violentos en torno a situaciones de diferencias raciales. Si no son policías acribillando a un afroamericano, son jóvenes pseudonazis apuñalando a un latino, entre muchos otros actos.

El presidente Obama encabeza una de las campañas más sostenidas y coherentes en torno a ese fenómeno social. A pesar de ello, son muchos los que se oponen a la apertura gradual de la frontera y a la aceptación de legalizar a los migrantes ya establecidos en el vecino país del norte. La presencia latina es cada vez mayor y cuenta con representación en los dos partidos más emblemáticos de la política estadounidense. Ceder un poco no cambiaría nada. Ya forman parte del entorno social. Al contrario, considero que fomentaría un crecimiento más estable de las economías regionales por el reconocimiento de ingresos públicos a través del cobro de impuestos a todos aquellos que no lo hacen hoy en día por su condición ilegal. Pues además el gasto del erario ya ocurre por las políticas liberales que rigen a ese país de otorgar servicios gubernamentales amplios y justos.

El escenario es grave y delicado. Sigue tratándose de un asunto de voluntades y grandes acuerdos. Sería una evolución titánica sin precedentes de llevarse a cabo el aligeramiento de las muchas barreras –físicas e ideológicas- levantadas para impedir el libre tránsito de mexicanos y el resto de latinoamericanos en Estados Unidos. Como sí ocurre con canadienses y europeos, al menos de manera más laxa. No sé si algún día ocurra. Aunque me agradaría, para no volver a ver nunca más en mis paisanos esas caras sombrías y descompuestas. Como las de aquella tarde.

México, D.F. a 17 de febrero de 2015.


lunes, 16 de febrero de 2015

Caudal arrojo

Voluntad. Un poco de eso y otro tanto más de capital son los ingredientes suficientes para tomar la determinación –que celebro hoy, con mucho agrado- de mi actual jefe y presidente consejero, don Alberto Bailleres: La fundación de Petrobal. La primera empresa petrolera mexicana privada, después de las recientes reformas estructurales en la materia. Y más aún, que haya pensado en Carlos Morales Gil como su Director General. Uno de los petroleros mexicanos más emblemáticos de los últimos 20 años, me atrevo a decir.

Es de señalar que se trata de un negocio altamente riesgoso. Eike Batista, de Brasil, es un ejemplo de lo que no debe ocurrir nunca en México. Los pozos contratados a Petrobrás por este millonario, no brindaron las ganancias esperadas y todo terminó en la quiebra de su compañía. Se trataba del segundo hombre más rico de América Latina, según Forbes, después de Carlos Slim. Hoy es más pobre que Chespirito –cuya riqueza ascendía antes de su muerte a 1.7 miles de millones de dólares, según ese mismo organismo-. Pasó de ser un hombre con un capital de 56 mil millones de dólares, a tan sólo 200 millones en muy pocos años.

No obstante, la conformación de petrolera del Grupo Bal lleva cocinándose algunos años. La experiencia de tantos años del empresario y su linaje es suficiente para augurarle un éxito consolidado. Y es que la fortuna de más de 18 mil millones de dólares de la familia Bailleres respalda tan distinguida decisión. El ITAM, que también pertenece al grupo, tiene lustros de investigación en la materia. Además de la experiencia adquirida a lo largo de la vida de la minera Peñoles.

Don Alberto acaba de declararse en competencia con las grandes de verdad: Shell, Exxon Mobil, Chevron, Petrobras, Total y Statoil, por decir algunas que ya habían dirigido su mira hacia los yacimientos mexicanos. De hecho, en esta primera ronda de licitaciones, conocida como primer bloque, Petrobal no podrá participar por sí mismo. Tendrá que buscar la asociación en participación de alguna empresa que tenga por lo menos cuatro años de experiencia en operaciones en torno a la extracción de hidrocarburos.

Y como deben haber ya calculado los especialista del grupo que ser petrolero de estreno en estos días no es tarea fácil, resolvieron la ecuación con la presencia del otro Don. ¡Vaya mancuerna!: Carlos Morales Gil. Quien estuvo al frente de la división más exquisita de Pemex, la de Exploración y Producción, por nueve años. Durante su paso por esa entidad emprendió extraordinarias tareas como la explotación del segundo yacimiento de mayor volumen en el Golfo de México, conocida como Ku Maloob Zap; así como la difícil perforación del paleocanal de Chicontepec. También se aventuró en la extracción de crudo en aguas profundas. Todo eso hizo el ingeniero Morales. Por eso está donde está ahora.

Con esta noticia recordé mis tiempos en Pemex. Me vino a la mente cuando hace algunos años, Saúl López de la Torre –a quien aprecio y admiro profundamente desde pequeño y fue quien me invitó hace más de 14 años a trabajar a Pemex-, Carlos Coronado Gallardo –un caballero, gran amigo y más todavía, de Carlos Morales- y yo, viajamos por las diversas instalaciones de Chicontepec por instrucciones del doctor Juan José Suárez Coppel, entonces Director General. Con la finalidad de hacer una evaluación en materia social de la región.

Admirados durante el recorrido, pudimos ver de cerca cómo la tecnología de punta se dirigía al subsuelo a través de brazos flexibles para atravesar la dura roca de esa zona y extraer el apreciado oro negro. Muchas de esas unidades eran propiedad de la iniciativa privada –texanas en su mayoría-, subcontratadas por la paraestatal para llevar a cabo esa dura tarea. Con orgullo, pudimos notar que quienes dirigían las labores de las operaciones privadas eran viejos expetroleros mexicanos. Jubilados de Pemex brindando su experiencia y conocimientos a compañías extranjeras.

Hay mucha leña de dónde cortar en México para forjar empresas mexicana sólidas dedicadas a las labores del petróleo. Ya existen otras, como Oro Negro. Ojalá se consoliden muchas más. Con el recorte del gasto público, Pemex seguramente dejará salir a la calle a muchos petroleros experimentados con ganas y capacidad de seguir trabajando en torno a la industria. Sólo faltan otros valientes como Bailleres y Ramírez Corzo que le quieran apostar al futuro energético.

Por lo pronto, sólo me resta aplaudir el hecho desde mi trinchera. Son hechos palpables de la nueva era en México. Ya veremos si los beneficios se derraman al resto de los mexicanos, como tanto lo prometieron las reformas y sus ejecutores.

México, D.F. a 12 de febrero de 2015.


jueves, 12 de febrero de 2015

Disculpa aceptada

Luminiscencia. El fulgor que aún irradia el expresidente Bill Clinton fue un factor clave –de nueva cuenta- para el gobierno federal, después de su visita a Los Pinos en días pasados. El único individuo que puede dar la fortaleza a su discurso a través de la disculpa, es él. Sólo en su persona vale la palabra “perdón”. Porque con ella salió invicto del escándalo sexual en sus épocas de mandatario: Mantuvo exitosamente tanto el puesto como su matrimonio. El segundo quizá de mayor conquista que el primero, a decir de muchas amigas mujeres que lo afirman, pues no perdonarían el hecho ni saliendo en cadena nacional, en prime time, reconociendo la ofensa.

Y es que compartir la responsabilidad de los excesos del narcotráfico con el poderoso vecino del norte, es casi como haber obtenido la exoneración ante los hechos. Ya de facto obliga a la colaboración conjunta para seguir combatiendo a este mal endémico. Pero también, la declaración del expresidente norteamericano cae como un gran alivio ante los recientes acontecimientos que han venido erosionando profundamente la imagen de los gobiernos en todos sus niveles, por sus presuntos lazos con el crimen organizado. Unos ya incluso, evidenciados y sentenciados.

Tanto estadounidenses como mexicanos atravesamos por procesos electorales circunstanciales. Los primeros, en su fracción demócrata buscan posicionar en la figura de Hillary Clinton a la futura candidata a la presidencia en el 2016. Hace apenas unos meses, en Washington, su esposo fue duramente criticado por un grupo de académicos y activistas porque durante su periodo como mandatario permitió el trasiego de drogas por tierra a través del territorio mexicano, al limitar las rutas aéreas y marítimas debido al endurecimiento de las políticas antidrogas y los operativos al respecto.

En México, se acercan las votaciones de medio término. Los índices en las mediciones de confianza del electorado han caído estrepitosamente. Hay cada vez menor credibilidad, por parte de la sociedad, en las instituciones. Es notable la débil protección con la que cuentan, ante los constantes embates del crimen organizado para colarse al núcleo de las decisiones en las distintas regiones del país. Funcionarios públicos, gobernantes de todos los niveles y partidos políticos han quedado expuestos a ello. Ninguno puede exonerarse por completo.

Es notable que ante ello, lejos de una estrategia desgastante como la instaurada por el expresidente Calderón, el primer círculo del presidente Peña Nieto parece haber elegido una más mediática que evidencia la buena voluntad de ambos países para combatir el narcotráfico, sin glorificar de sobremanera las acciones en la línea de combate. Quizá para desviar la atención internacional acerca de la creencia que México está bajo ataque permanente y que la ciudadanía vive en riesgo constante por ello. Y también para enfriar las plazas para los próximos sufragios.

A pesar de ello, confío en la madurez de nuestra democracia. No juzgo personalmente el papel del actual gobierno. Pero de llevarse a cabo unas elecciones honestas y transparente en los próximos meses, sabremos con exactitud la valoración que le otorgó la ciudadanía a la labor de los hombres de Estado y sus legisladores. Ahí se medirá la verdadera credibilidad en las acciones de gobierno. Además de las tendencias y preferencias para la segunda mitad del mandato presidencial actual, en torno a la sucesión de 2018.

Han sido varias ya las ocasiones en que el presidente Clinton expresa disculpas ante acontecimientos de su mandato: Ruanda, Guatemala, Tuskegee. Ahora le tocó a México, en un momento clave. No quiero decir que esté desgastada la figura. Pero puede agotar su credibilidad si se vuelve un modus operandi habitual.

México necesita acciones de limpieza estructural aún más profundas. No creo que al nuevo zar anticorrupción le ayude saber que el origen de los problemas emana de decisiones que se tomaron hace más de 15 años del otro lado de la frontera. La caja de Pandora tiene una fisura, si no es que ya se terminó de abrir. Y ante lo evidente, el quehacer, la acción.

Frenar la descomposición del sistema deberá ser un elemento primordial dentro de la oferta política de las próximas elecciones… y de las siguientes y de muchas más futuras. Sólo así, con determinación, se logrará revertir el retroceso político y social que ha dañado tanto la confianza de los ciudadanos. Cada vez que hablo de política, encuentro rechazo. Somos pocos los que seguimos esperanzados en un futuro armónico entre las tres esferas del pacto social: la económica, la social y la política.

¡Qué bueno que los vecinos acepten su parte en el problema! A nosotros nos toca la nuestra y por lo visto, no nos está yendo nada bien. Seguimos expuestos a la desconfianza, al temor y a la incertidumbre. Es momento de actuar de manera organizada y hacer uso de una de las herramientas más poderosas: el voto.

México, D.F., a 10 de febrero de 2015.


lunes, 9 de febrero de 2015

Silbido solicitante 

Síncope. Déficit fiscal de hasta el 15 por ciento del PIB. Inflación galopante. Caída en los precios del petróleo. Baja producción de crudo. Año electoral. Todos esos síntomas se suman a una descomposición social debido a la falta de propuestas de oposición estructuradas que formule verdaderas transformaciones; además de un liderazgo presidencial que ha venido cayendo de la gracia del electorado con aceptaciones por debajo del 30 por ciento. Venezuela vive hoy su crisis más fuerte de los últimos 20 años.

La fortaleza del gobierno de Nicolás Maduro no sólo había descansado en la figura omnipotente, casi celestial del fallecido Hugo Chávez. La sacralización del dictador militar había mantenido en la raya a las fracciones contrarias. Además de una aplastante movilización militar de control que terminó con el encarcelamiento de los líderes opositores como Leopoldo López. Quien estuvo a punto de ganar las elecciones presidenciales pasadas. Hoy en día, dos factores alejan al mandatario venezolano de sus sueños de sucesión. Por un lado, la crisis petrolera mundial que también afectó la economía de ese país. Y al mismo tiempo, la nueva relación de Cuba con Estados Unidos, expuso al gobierno bolivariano –como se han hecho llamar-, porque ya no se sostiene la excusa de la perpetua orquestación maquiavélica, coordinada oscuramente desde Washington, para desequilibrar un movimiento socialista que se desinfló desde hace muchos años.

Son pocos los espacios económicos que le quedan al gobierno para operar. Se consumieron todos los puntos de ingreso debido a la campaña permanente de expropiación de los intereses económicos internacionales. La bonanza de los precios del petróleo le otorgaba la fortaleza necesaria para hacerlo. El modelo se agotó de pronto y sorpresivamente. No hay bases estructurales adicionales que lo sostengan. “Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos”, declaró Bolívar alguna vez.

Hace unos días platiqué con empresarios italianos que tienen inversiones en Venezuela. La situación social es tan complicada ahora, que incluso las medicinas para aliviar un dolor de cabeza ya se trafican en el mercado negro a precios exorbitantes debido al desabasto en fármacos. Y así la comida, el vestido y todos los demás servicios de primera necesidad. La cerrazón del sistema que se gestó desde las épocas del excéntrico  presidente Chávez, mantienen a la sociedad actual en una serie de dificultades en mateira de salud, alimentación y vivienda como nunca antes. Crece con ello la radicalización y el descontento. Ya no será suficiente la llamada del divino expresidente en el silbido de un canario. La carestía se acelera y los medios para el gobierno se agotaron también.

Durante los próximos meses antes de las elecciones, percibo dos escenarios. El presidente Maduro endurecerá los controles militares para sostener el poco espacio de poder que le queda y esperará que las condiciones económicas mundiales cambien a su favor para continuar en el mando. Paralelamente la oposición organizará una campaña más agresiva y menos tolerante que le permitirá avanzar entre la sociedad, con la fortaleza que le otorga la crítica escasez. Desafortunadamente ninguno de los dos es alentador. Venezuela tiene una herida grave.

La transformación de ese país, si es que cambian las condiciones políticas, será lenta y desgastante. Sólo un pacto que promueva la cohesión social y la puesta en marcha de políticas públicas redistributivas, con una disposición mucho más abierta a la participación de entidades económicas internacionales, otorgará a Venezuela las circunstancias necesarias para sacarla de la barranca en la que está estancada.

De nueva cuenta, es el oro negro el que otorga o resta poder a los gobiernos. Esto demuestra que la estrategia debe cambiar. Todos los países que han apostado su crecimiento en el petróleo se olvidaron de un plan anexo que impulse a otros sectores de su economía. México, Brasil y Venezuela son ejemplo de ello. No importa la ideología del régimen. Sino la correcta aplicación de políticas públicas para el desarrollo, orientadas al fortalecimiento de sectores productivos. No es tarea fácil, pero requiere la completa disposición de todas las fuerzas sociales de cada país.

Mientras tanto, a esperar que un silbido, un sueño o una iluminación orienten al presidente Maduro para que voltee a ver las condiciones del país y reoriente el rumbo y abra el espacio necesario para unas elecciones justas que determinen un nuevo orden social, político y económico para Venezuela.

México, D.F. a 7 de febrero de 2015.


martes, 3 de febrero de 2015

Recubierta centelleante

Quemazón. De nueva cuenta son niños recién nacidos los que corren la peor de las suertes. Esta vez el fogonazo pegó en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa. El sanatorio forma parte del sector salud del Gobierno del Distrito Federal. Hasta el cierre de las noticias de esta primera noche, la cuenta arroja tres muertos y setenta y tres lesionados. La raja política que representa este hecho –una vez que la ciudadanía pase del dolor a la aceptación-, es muy grande y por ende, atractivamente controversial. Por un lado, vislumbro el señalamiento a la compañía de gas encargada del reparto del combustible por sus prácticas poco seguras; por el otro, un fuego cruzado entre todos los frentes políticos intentando hundir al Jefe de Gobierno del Distrito Federal y sus colaboradores.

Las redes sociales desde temprano informaron del suceso. A través de Facebook, Twitter y Whatsapp se conocía de los daños ocurridos por la explosión; así como de las necesidades de donadores de sangre y apoyo necesarios para el rescate y resguardo de los menores. El video captado por un aficionado mostró el instante justo de la detonación. Se puede notar en las imágenes que el operativo montado para la descarga era custodiado por elementos del Cuerpo de Bomberos. No sé, hasta este momento, si se trataba de una práctica cotidiana o se debió a algún llamado derivado de un intenso olor a gas. De cualquier forma, considero importante tomar nota de este hecho particular.

Sé que es muy temprano para adelantar conclusiones. Aunque no es difícil de entrever lo que se viene en la capital del país en los próximos días. Se reavivó el dolor de la tragedia ocurrida hace algunos años en la guardería ABC. Sus consecuencias, inacabadas hasta el día de hoy por los laberintos que ofrece la justicia mexicana. Sin menoscabo por el sensible fallecimiento de los niños y adultos, considero que acaba de abrirse una nueva oportunidad para que una veintena de padres salgan nuevamente a las calles a reclamar justicia por el incidente. Pero con ellos, se sumarán desafortunadamente todas aquellas fuerzas conocidas por el gusto hacia movilizaciones casi terroristas y desestabilizadoras.

Por ello, considero relevante que las acciones encaminadas al control de daños, deben ponerse en marcha de manera inmediata. Es importante deslindar responsabilidades por parte del Gobierno del Distrito Federal. Se pondrá de manifiesto la capacidad de Miguel Ángel Mancera para evitar situarse en el ojo del huracán de un problema nacional que evidencia cada vez más la ruptura entre la ciudadanía. Esa brecha que se ha abierto y que impide la cohesión social tan necesaria para el desarrollo. Hoy en día, cualquier acontecimiento con signos de compasión se torna atractivo para los fundamentalistas del levantamiento social y los atacantes del gobierno.

Ahora bien, considero también que la compañía deberá a su vez emprender una campaña integral, tendiente a atenuar los daños provocados por la explosión. Tal como lo dictan las prácticas de la responsabilidad social empresarial. Un concepto de esta nueva era que busca forjar una relación más estrecha entre las compañías y las comunidades donde se desarrollan. Es de señalar que las empresas gaseras, en esta región del país, no son bien recibidas. Gas Natural, por ejemplo, se ha visto impedida en su progreso en la ciudad de México; toda vez que las delegaciones y la sociedad civil han activado una cruzada permanente, mediante una serie de bloqueos ante la sola presencia de esa corporación en alguna zona de la ciudad con el fin de continuar con la conexión de líneas de distribución adicionales. No obstante que este mecanismo de proveeduría de servicio es más seguro que los otros más tradicionales. Pero nadie está seguro ya de ello, por el historial de accidentes en torno al uso de ese carburante y su grado de peligrosidad.

No cabe duda que esta noticia llenará los medios informativos las próximas semanas. Todas las cadenas nacionales e internacionales han volcado su atención en este triste acontecimiento. Pasarán inadvertidas, para muchos, las predicciones económicas del Banco de México, acerca de una nueva probable caída del peso ante el dólar en días próximos; así como la predicción de las tasas de interés e inflación, no mayores a tres por ciento, respectivamente, a lo largo de la primera mitad del año. Corrieron con suerte esta vez los analistas.

México, D.F. a 30 de enero de 2015.