Ensayo espinoso
Arenga. El espacio
público más democrático por excelencia, al menos por su naturaleza, hoy se
exhibe mediáticamente ante una de sus crisis más severas en la historia del
Instituto Nacional Electoral. En el centro de la discusión, el consejero Marco
Antonio Baños, ungido apenas el año pasado por la cámara baja. Los temas: el
origen de los recursos para la campaña del partido Verde Ecologista y por ende
la permanencia de Alfredo Cristalinas al frente de la Unidad de Fiscalización
del instituto.
La tensión política en
México se ha recrudecido. La división de la izquierda es una dificultad para
esa fracción, pues los debilita cada vez más. De tal forma que las propuestas
–aunque muy parecidas-, provocan crudas diferencias entre el PRD, Morena y el
Partido del Trabajo, por decir de la mayoría de las fracciones. Se ha provocado
una competencia desmedida por el control social de esa coalición que ha
otorgado fuertes posiciones en los últimos años.
Por el lado de la
derecha, el Partido Acción Nacional no termina de acomodarse después de doce
años en el poder. Al interior se han enfrentado dos grandes grupos. Uno de
ellos se asocia al actual presidente del partido, Gustavo Madero. Los otros, identificados
por su preferencia hacia Felipe Calderón y su equipo. De ahí los desaires a
Margarita Zavala y la incapacidad para levantar el vuelo en torno a las futuras
elecciones federales.
El PRI, siempre
acompañado del Verde Ecologista, son los más sólidos por el momento. Y no por
su oferta, sino por su posición de poder. Sortean dificultades también, pero
hasta ahora fáciles de esquivar. Y para su suerte, son más fuertes los
escándalos de la oposición. Su labor actual será deslindar las acciones de
gobierno de las del partido. Es ahí donde radica la mayor crítica actual. Pues
se han evidenciado las ligas entre los actos de corrupción y la labor
electoral, mediante el uso de fondos para la promoción de personajes clave; así
como el establecimiento de futuros compromisos con fuertes patrocinadores, unas
veces en la sombra, otras veces desconocidos.
Lo que es claro para
todos es que se ha desatado fuertemente la carrera por la sucesión. Y cuando la
democracia es la única esperanza para los que viven de ello, no es posible
pensar que se pueda organizar nadie en torno de la autoridad máxima en la
materia para inclinar la posición en favor de alguna de las opciones. Ante la
más mínima evidencia de impureza en los procedimientos, el ambiente se
convulsiona y todos brincan para deslindar responsabilidades. ¡Qué bueno que
eso ocurra! Quiere decir entonces que no existe la influencia absoluta de
ninguna de las fracciones.
La tarea del Instituto
Nacional Electoral es garantizar votaciones limpias, imparciales y efectivas. No
pueden permitir que se salga de las manos nada que ensucie la institución. Los
mecanismos de protección deben activarse de inmediato. Perder la legitimidad
del órgano sólo descompondrá un sistema que ha venido forjando su posición de
imparcialidad durante muchos años.
La piedra angular de
nuestra adolescente democracia pasa por momentos muy duros. Espero que no sea
por mucho tiempo. Porque se agotan los márgenes de maniobra y se acercan las
votaciones de medio término. Los ciudadanos precisamos de acciones claras,
transparentes, justas y objetivas. Es el único espacio público mediante el cual
la sociedad puede expresar su nivel de satisfacción.
Al cierre de esta
edición, parece que la situación comienza a enfriarse y los principales
partidos están abiertos al diálogo y la concordia con la consejería electoral.
Es un gran reto para Lorenzo Córdova. El Presidente Consejero deberá poner en
práctica todo lo que criticó del pasado y seguramente también lo que escuchó de
su padre por muchos años, antes de ni siquiera pensar en convertirse lo que es
el día de hoy.
México, D.F. a
19 de febrero de 2015.
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