miércoles, 24 de octubre de 2012


Alboroto en gradería

Posición. El lenguaje de los vigorosos y de los que buscan sostenerse en la cumbre de la escalinata del poder. Mientras más clara y fuertemente se rompa la barrera del sonido con el mensaje, menos ruido se percibe en los canales de comunicación para hacerlo entender. Fue así que con bombos, platillos y micrófonos, a través de un supuesto orden democrático, se anunciara el fin de semana la reelección de Elba Esther Gordillo como lideresa formal y prácticamente vitalicia del Sindicato de Trabajadores de la Educación. En sus palabras, percibí un dejo de desafío: “Sólo seré sirvienta del SNTE, de nadie más…”
 
Lo que dice es una verdad absoluta. Una mujer que se gana un premio mayor semejante al del sorteo Melate casi cada quince días y maneja un presupuesto personal al año de casi 2 mil millones de pesos, puede evitar con la mano en la cintura el regaño, la manipulación o el chantaje de cualquier personaje de la vida pública, incluyendo al mismo Presidente de la República. Elba Esther es, por mucho, la mujer más poderosa de México. La naturaleza de su liderazgo le ayuda a estar presente en toda la extensión del país. El gremio magisterial es de los aparatos más fuertes y activos. Tiene la capacidad de inclinar la balanza en temas electorales, hacer ruido cuando de obtener mayor presupuesto federal se trata. Basta con levantar el teléfono y estados completos estallan en huelga, se suspenden clases y ponen a temblar a la sociedad entera por las infames repercusiones en el futuro académico del país. Somos un país de escasa preparación y bajas calificaciones.
 
No es honesto generalizar, conozco profesores valiosísimos que a pesar de pertenecer al gremio, se preparan para impartir mejores clases y se cultivan en las materias que ofrecen. Son pocos así. El resto son sólo proletarios de la educación, coyotes de la enseñanza. Cumplen con su horario, pero no con sus objetivos. Obedecen a los deseos de los liderazgos seccionales. Esos son los que están afectando el desarrollo del país. Sin objetivos medibles, sin una vocación verdadera, sus alumnos salen de las escuelas públicas cada vez peor preparados y se comienza a hornear un caldo de cultivo riesgoso, pues ante la incultura, la inconsciencia y la ignorancia… al final, la violencia.
 
No hay manera de cambiar el modelo educativo si no se logran las transformaciones adecuadas a las regulaciones de los ordenamientos corporativos. Ahí está el gancho que ha mantenido el status quo de las agrupaciones sindicales desde hace mucho tiempo. Si en la reforma laboral que está por aprobarse se hace un lado la transparencia y democratización de esas corporaciones, también se está dejando sin efecto futuro inmediato la posible reforma educativa… y dicho sea de paso, la energética.
 
Si Elba Esther actuó como lo hizo este fin de semana, fue porque quiere dejar claro su posición en la arena pública. Su fortaleza inquebrantable. Eso le otorgó el derecho de quitar y poner secretarios y subsecretarios en el ramo educativo los últimos dos sexenios. Los gobiernos panistas incluso escudriñaron la alianza con ella para firmar un pacto temporal de paz y evitar el estallamiento social en ciernes que podría haberse avivado en caso de haber provocado a la maestra.
 
Otro menudo paquete para el próximo equipo presidencial será la decisión de poner nuevas reglas, aliarse o dejar pasar. Lo que ya no es posible es seguir permitiendo la involución en materia educativa. Es de suma importancia establecer nuevas maneras de dilatar el conocimiento en el país. Un país desarrollado se caracteriza por sus altos niveles académicos, tanto de los educadores como de los estudiantes. Cultura, ciencia y tecnología van de la mano. La potencialización de estos factores depende de las herramientas que se brindan a la sociedad.
 
No es extraño pues, que las protestas sean cada vez más violentas, parece que se conoce menos el valor del diálogo y sus beneficios.
 
México, D.F. Octubre 23, 2012

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