martes, 13 de enero de 2015

Aproximaciones sucesivas al progreso

Primer mundo. –Quiero transformar a Pemex, quiero que sea reconocida como una empresa con estándares internacionales-. Lo escuché varias veces en distintas voces. De Raúl Muñoz Leos, de Luis Ramírez Corzo, de Jesús Reyes Heroles, de Juan José Suárez Coppel. El primer día que se presentó ante los petroleros, en la explanada de la torre corporativa. Emilio Lozoya Austin, el más joven de los directores petroleros en la historia… también se lo oí decir.

Con los primeros dos, tuve la oportunidad de participar activamente en el diseño de múltiples estrategias para lograr la ansiada reforma energética. El presidente Fox tenía en su agenda de arranque, la transformación de Pemex y su autonomía. Reformar la Constitución para otorgar mayor autonomía de gestión y restar la pesada carga impositiva que durante 20 años había corroído la estructura financiera de la paraestatal. Fue imposible alcanzar consensos. En las cámaras se discutía en los pasillos las posibilidades de reforma, pero la aceptación era frágil. Todos querían colgarse en el tren de la modernidad, pero las heridas del cambio aún no sanaban y las corrientes opositoras jamás hubieran permitido otorgarle al Partido Acción Nacional, estrenarse en el poder con un salto estructural de ese tamaño.

Además, de la mano debía de ir la otra reforma. La hacendaria. ¿Quién en su sano juicio se deshace de la gallina de los huevos de oro? Soltar los dineros del petróleo para modernizar la empresa nacional, obligaba buscar nuevas fuentes de financiamiento para el Gobierno Federal. No salían las cuentas para repartir entre los estados. En fin, era un estambre enredado por un gato y día con día, se fueron apagando los ánimos y las posibilidades.

Durante el sexenio calderonista, los esfuerzos también fueron pieza clave desde el inicio del sexenio. Era una meta fundamental. Cada vez era más clara la necesidad de abrir el espacio para la explotación del crudo en superficies más complejas: Las placas tectónicas de piedra más pesada y dura del Paleocanal de Chicontepec y las aguas profundas del Golfo de México, alrededor del Hoyo de Dona. La forma de extraer hidrocarburo fácilmente se había terminado. Subsistía y subsiste Cantarell, pero su tiempo se termina sistemáticamente. Entonces también se montó una estrategia liderada desde las oficinas del economista Reyes Heroles. Su equipo, de los más preparados en la materia lanzó un nuevo y agresivo plan que puso a discutir los alcances de la ansiada trasformación constitucional en todos los niveles técnicos e intelectuales. Pragmáticos, dogmáticos, estructuralistas, liberales, tradicionalistas… todas las corrientes tuvieron su espacio. Pero la reforma no terminó de llegar.

Entretanto, se crearon esquemas de participación para que Pemex lograra colaborar con la iniciativa privada con el fin de explorar campos potenciales, así como comenzar la extracción de petróleo y gas en las zonas con mayor posible presencia. Todos fueron observados desde la oposición y duramente investigados por lo controvertido de su origen. Aunque alineados en materia constitucional, siempre en la marginalidad de la Ley por su lejanía con el sentir histórico de aquél 18 de marzo de 1938, cuando se expropió de los ingleses y los americanos el petróleo como recurso puramente nacional.

Hace casi un año. El pasado 11 de diciembre de 2013, la Cámara Alta aprobó la Reforma Energética propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto. La Cámara de Diputados, lo hizo al día siguiente. Finalmente, el 20 de diciembre, fue una realidad constitucional tras su promulgación oficial.

¿Qué ofrece esta reforma?, ¿cuáles son sus alcances? En mi opinión, mucho ofrece y mucho alcanza. Sin sentimentalismos. Lo logramos los mexicanos. Porque se permite la participación activa de muchas empresas, capaces de seguir proporcionando el vital componente energético todavía insustituible y por ello crecidamente comerciable. Porque Pemex y la propiedad de los recursos siguen siendo del Estado y no son éstos una materia prima más del componente nacional.

Junto con ello, se establecieron mecanismos de equidad que permitirán primero a los mexicanos y sus compañías, acceder a mejores campos de explotación. Obliga a todas las empresas a colaborar con las comunidades de manera activa mediante acciones de desarrollo social y cuidado del medio ambiente.

Fueron muchas las aproximaciones sucesivas para alcanzar este documento. Fueron muchos años de arrastrar el lápiz y eliminar las barreras ideológicas. Vamos a darle el espacio y el tiempo para que demuestre su cometido. Era necesario para el país. Era necesario porque ya no podía darse otra acción más que la de transformarse. Estamos ante un nuevo modelo de industria petrolera, ha funcionado bien en otros países. Confío que México no será la excepción y por ello, ya alcanzamos un escalón más hacia el desarrollo. Hacia el primer mundo.

México, D.F., a 27 de noviembre de 2014.


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