martes, 20 de enero de 2015

Galimatías gaucho

Discrepancia. El origen de la confusión que hoy embarga Argentina es la incertidumbre. Con el fallecimiento del fiscal Alberto Nisman se respira un ambiente confuso y poco esperanzador. El asesinato encubierto en suicido es casi evidente, pero irremediablemente misterioso. Nunca sabremos lo que hubiera ocurrido el lunes 19 de enero si este personaje se hubiera presentado a comparecer ante la Comisión de Legislación Penal en la Cámara de Diputados de la nación gaucha. El tema, las omisiones en el caso de los terroristas que causaron la muerte de 85 personas en el atentado con coche bomba, en Buenos Aires, contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) el 18 de julio de 1994.

La presuntamente involucrada y principal sospechosa para sus antagonistas, es la presidenta Cristina Fernández, viuda de Kirchner –cuyo esposo también fue presidente de ese mismo país-. Se le acusa haber fabricado, en su oportunidad, la inocencia de los perpetradores de ese acto violento. De origen iraní, al parecer pertenecientes al grupo Hezbolá. Y es que apenas en el año 2013, en un evidente acto de alianza gubernamental y buenas voluntades entre Irán y Argentina, se creó desde la presidencia una comisión de la verdad para esclarecer los hechos. Lo que pareció más bien un pacto oculto entre ambos países para eliminar las dudas y exonerar a los verdaderos culpables. Hasta aquí, mera especulación.

“La idea de establecer una ‘comisión de la verdad’ sobre la tragedia de la AMIA que involucre al régimen iraní sería como pedirle a la Alemania nazi que ayudara a establecer los hechos de la Noche de los Cristales Rotos”, comentó en aquel entonces el presidente del Comité Judío Americano, David Harris durante una visita relámpago a Argentina. Pero el desenlace era de esperarse. Desde la alienación de Venezuela y otros países del hemisferio sur con Irán, los enfrentamientos ideológicos se han tensado de sobremanera en esos países.

El trabajo del fiscal Nisman era respetado por la comunidad judía y al parecer por el propio gobierno –quien lo designa es el difunto Néstor Kirchner-. Se le acreditaban la cabalidad y la rectitud con las que había venido conduciendo las investigaciones. Hasta hace pocos meses que el enfrentamiento con la presidencia comenzó también a ser en extremo tirante. Nisman había resuelto el involucramiento de la actual presidenta Fernández en el encubrimiento de los acusados. Esas iban a ser sus declaraciones del lunes 19. El caos sumado a la ya conocida crisis del gobierno sonaba fuertemente en la Casa Rosada.

¿Qué pasó desde la aparición del cadáver del fiscal? Se trata de una serie de declaraciones imprecisas e incongruentes en torno a los hechos. Lo que ha sometido fuertemente al escrutinio de la opinión pública al poder central argentino. En primer lugar, una salida a medios que evoca a la duda. La gobernante suprema, declaró públicamente lamentar el suicidio del personaje. ¿Por qué adelantar el veredicto? Una de dos. O estaba plenamente segura de ello por lo que le hubieran podido informar de primera mano. O vieron en el primer círculo la manera más rápida de aseverarlo para evitar sospechas. Hoy, ya es inexcusable. Porque en segundo lugar, las evidencias alrededor de las primeras investigaciones apuntan cada vez más a la posibilidad de un atentado. Acciones como la compra de víveres para el consumo de la siguiente semana, concertar citas futuras de importancia relevante, son pruebas que demuestran que las intenciones del comisario no eran precisamente las de suicidarse.

Por otro lado, así como se instaló una comisión para la aclaración de los hechos de 1994. Pudo haberse hecho para este caso, y hasta el momento no parecen existir las más mínimas intenciones para hacerlo. Controversial, como siempre en estos asuntos donde se involucran las oposiciones ideológicas, el poder y la sociedad dividida por las acciones de la cúpula gubernamental.

Ya veremos si libra esta nueva crisis la mandataria argentina. En mi opinión, sería el momento adecuado para dar paso a una nueva generación en el poder al frente de esa nación. Con ideas más frescas que vean de nueva cuenta por la recomposición del Estado argentino. Se requiere de un cambio radical tanto económico como social. Que encumbre de nuevo a ese país. Tan bello como su tango, su comida y sus mujeres.


México, D.F. a 20 de enero de 2015.


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