Fertilidad Obligada
Dificultad, otra vez.
El cierre de los diarios nacionales anuncia posibles malas nuevas para el
entorno mexicano. No suelo alarmarme con la primera noticia, ¿pero tres, juntas?
El dólar se vende en nuestro país a más de 15 pesos, un récord histórico; la
Bolsa Mexicana de Valores arrancó el año a la baja, como nunca había ocurrido a
lo largo de su existencia. Y la mezcla de crudo, en caída también.
Los pilares de la
economía nacional presentan problemas. Y es que si los costos de importación se
incrementan, el valor del principal energético sostiene su caída internacional y
las posibilidades de inversión en instrumentos no son rentables; se vislumbran
serios inconvenientes para el empresariado, el gobierno federal y la gente de a
pie –o de a vehículo, según sea el caso, por aquello de los gasolinazos-.
¿Por qué México no es
rico? La pregunta saldría sobrando sin las observaciones anteriores. Pero la
realidad es que hay distintos tipos de economías en el país. Diferentes tipos
de riquezas… o pobrezas económicas. Haciendo un lado la social, me enfocaré en
tres: La gubernamental, la empresarial y la laboral.
Por el lado del
gobierno, viene sufriendo una crisis estructural desde hace más de 30 años. Vivir
del petróleo había sido una fortaleza, que en los años 80 dejó claro su
debilidad… pero se olvidaron. Esa bolsa financiera que se nutre del impuesto a PEMEX
por su producción de crudo –de más del 70 por ciento de sus ingresos-, sujeto
además al precio internacional del hidrocarburo. Hoy en día es un recurso cada
vez menos accesible. Un agujero difícil de tapar. En la inteligencia financiera
de los cerebros fiscalistas de la Secretaría de Hacienda seguramente se subraya
la necesidad de incrementar los demás impuestos, o crear nuevos. Recortar una
serie de programas. Lo que obliga a volverlos más productivos en muchas otras áreas,
que hasta ahora, han presentado una baja inclinación para ello.
Dentro de la economía
empresarial, hay un sector altamente productivo, en el cual se desarrollan firmas
nacionales e internacionales líderes en los mercados de transformación, con amplio
acceso a financiamiento y tecnología de punta que les permite innovar y competir
exitosamente en los medios internacionales. Esos no preocupan, son los que
generan riqueza, son productivos. De manera paralela están las otras empresas,
las que enfrentan el reto de subsistir en un ambiente adverso y de conflicto
permanente. En este ambiente, las posibilidades para ser productivos, transformar
o innovar para competir exitosamente son complicadas y sumamente costosas. Y se
generan incentivos permanentes para operar de manera informal.
Finalmente, la fuerza
laboral. Hasta el último lugar de la cadena productiva. Quienes sufren de
constantes transformaciones en sus modos de contratación. Amenazas permanentes
de recortes. Así como la eliminación de incentivos para seguir formando parte
de las empresas, principalmente las de seguridad laboral y retiro futuro. El
salario mínimo ha crecido muy por debajo de la inflación y las expectativas de
vida promedio nacionales. Pareciera que el modelo de empleo ha venido perdiendo
fuerza desde la segunda mitad del siglo pasado y las consecuencias se comienzan
a resentir de manera permanente en la actualidad.
¿Cuál es la manera de
salir adelante ante este entorno? En mi opinión, la productividad. Como lo
mencioné en el lado del gobierno, también las pequeñas y medianas empresas y
los sectores laborales, sobre todo los sindicalizados, deben enfocar sus
fuerzas a la productividad. Un acuerdo que permita a todos el mejoramiento de
sus ingresos, a través de la generación de ganancias ante los nuevos retos
económicos que se presentan en México. Aunque la agenda de reformas
estructurales está enfocada a eliminar algunas de las barreras más importantes
que por años han detenido el crecimiento del país, no pueden solucionar de
golpe todos los problemas de la economía.
Deben establecerse
compromisos más fuertes y honorables en todos los niveles y sectores de la
economía nacional en busca de incrementar la productividad. Donde el precio del
dólar sea una fortaleza y no una debilidad, por las posibilidades de
exportación que se generen. El precio de la mezcla de crudo mexicana sólo sea
una señal de la oferta y la demanda internacional, pero que no afecte las
finanzas gubernamentales por su biunívoca liga, ilógica e insostenible. Y que
los indicadores bursátiles nacionales sean de interés de un grupo –del tamaño y
nacionalidad que sea- claramente delimitado, que gusta del riesgo y la presión
que genera ese medio.
Con esta visión, las
noticias no son de alarma. Sino informativas y de grandes áreas de oportunidad.
Considero que el 2015 será uno de los mejores años para el país, por la puesta
en marcha de una nueva época de reformas. Quizás los Reyes Magos nos dejen
diarios con información más optimista.
México, D.F. a
2 de enero de 2015.
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