miércoles, 11 de abril de 2012

¿Cámara?... ¡Acción!

Se polarizan las verdades. Más entrampado que nunca está el ámbito judicial con el caso de Florence Cassez. Con ello, la imagen del país vuelve a debilitarse por su polarización. Por un lado, en el extremo, se pone en riesgo nuevamente la legitimidad de la batalla frontal que el presidente Calderón ha venido operando en contra de la delincuencia organizada desde que inició su sexenio. Por el otro, está en juego la eficiencia de los procesos legales en México. El gobierno francés ha expuesto de manera permanente una serie de violaciones en el proceso de aprehensión de la gala desprestigiando los argumentos legales de nuestro aparato de justicia. Pero lo más grave aún, se debilita nuevamente la credibilidad del pueblo, la confianza está quebrada.

¿Qué se trastoca en el fondo? La esfera social es cada vez más categórica con respecto al gobierno y su actuación. Parece consumirse la sensibilidad hacia los gobernantes, una herida profunda sin visos de cicatrización temprana es cada vez más evidente. La sociedad está envuelta en un panorama catastrófico: crisis económica y violencia. Golpeados en los bolsillos y temerosos de salir, los mexicanos hemos ido perdiendo la capacidad de creer que los gobiernos funcionan. ¿Cómo sería posible confiar que la detención de Cassez es un éxito flagrante de la batalla contra la delincuencia si un juez de la Suprema Corte de Justicia de la Nación evidencia irregularidades en el caso?

La necesidad superflua de apoyarse en los medios para fortalecer la imagen presidencial ahora pone en entredicho el entramado legal del país. La realidad es clara para muchos: la francesa estaba ahí, ese día. Fue detenida con los otros secuestradores. Los secuestrados aseguran haberla percibido durante su encierro entre los miembros de la banda y participar de la extorsión. ¿Se violentaron los derechos de la señorita Florence por el simple hecho de ser francesa o porque se instaló un teatro alrededor de su detención? ¿Y los derechos de los secuestrados? ¿Y los derechos de los otros secuestradores? Eso es lo que indigna con el asunto. No es el hecho en sí, no es la violación del Derecho, no es el operativo dentro del programa presidencial. Es el punto en el que se evidencia la necesidad extrema de los aparatos gubernamentales por demostrar aciertos, cuando la población ya está cansada de incertidumbre y terrorismo.

Los más podrán pensar que es un simple encuentro entre poderes, una posición del poder Judicial ante el poder Ejecutivo. Yo creo que va más allá, rebasa los límites del Estado. Las líneas se han desgastado, como si se anticipara un colapso de las estructuras gubernamentales. Esas que decían ser las que sostenían al país también comienzan a sacudirse. Se requiere una atención de fondo de todos los procesos de gobierno; ese es el reto ante una sociedad harta y desilusionada. Antes de que la corrupción y la demagogia terminen de permear y hacer cultura.

Florence es el gozne entre la propaganda y la justicia. La polarización entre el gobierno y la sociedad. Acercar la verdad pública a la verdad jurídica es un trabajo social. Es chamba de a pie. El esfuerzo debe ser aún más arduo y el camino es espinoso. Solidificar, crear cohesión social es uno de los retos para los próximos gobiernos; antes que la recuperación económica y la limpieza de las calles del narco. La sociedad no parece estar dispuesta a perdonar un error más, una apariencia más. La sociedad exige resultados palpables, que repercutan en su bienestar y en su tranquilidad.

México, D.F. Marzo 13, 2012

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