miércoles, 11 de abril de 2012

El presidente de la cohesión
Cohesión social. Término empleado por los analistas e investigadores de política pública, que puede traducirse en el nivel de identificación comunitaria de una sociedad, por su historia, sus costumbres, sus actividades económicas, su religión, entre otros muchos factores. Para un gobierno, la afinidad entre los individuos debería ser un tema trascendental, de agenda pública, de vigilancia permanente. A mayor afinidad, mayor equidad y por ende menor tensión social.

Cada vez que leo o escucho decir que Miguel de la Madrid Hurtado fue un presidente gris, vuelvo a preguntarme si realmente lo fue para la sociedad y no sólo se trata de un mote para cierto sector político-económico que no logró beneficios adicionales durante ese sexenio. Cohesionador social como pocos, De la Madrid tuvo que lidiar con las consecuencias de la erupción del volcán Chichonal. Aún recuerdo el amanecer de ese lunes 29 de marzo de 1982 con la llegada de mis abuelos que habían abandonado, por el miedo y la incertidumbre, su casa en Benito Juárez, localidad de Villaflores, Chiapas. El cielo estaba nublado por las cenizas. Mi padre, mi abuelo y yo fuimos a Juárez al día siguiente. Las plantaciones habían sido cubiertas por el polvo volcánico, la situación era crítica. Había que buscar cómo alimentar al ganado y rescatar lo que fuera posible de los maizales. Fueron tiempos difíciles para el sureste mexicano. La recuperación del campo fue un ordenamiento federal. Se otorgaron recursos para la recuperación, se asentaron en nuevos espacios a las comunidades indígenas afectadas. En fin, labor social, de integración, de apoyo solidario.

Luego, en 1985, vino el terremoto de septiembre, con la destrucción de edificios y casas en la ciudad de México. Menuda labor la que siguió de manos del Presidente de la República. La capital estaba herida. Con precisión de sastre, se confeccionó un tejido social muy interesante, cuyo traje a la medida permanece vigente. Lo pudimos apreciar el pasado 20 de marzo, cuando el temblor de 7.9 grados no dejó más que susto y algunos libros y plafones tirados en los edificios del D.F. 27 años después logramos construir edificios más sólidos y protegernos de estos ataques de la naturaleza. Las personas siguen temerosas, pero más seguras.

Finalmente, en 1987, Don Miguel nos da una gran muestra de su habilidad para lograr acuerdos: El Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico. Gobierno, productores, comerciantes y consumidores se comprometían para detener la infinita escalada inflacionaria que afectaba la economía del pueblo. El gobierno no incrementaría más los costos de luz, gasolina, teléfono y agua; los productores no incrementarían sus precios, los comerciantes tampoco lo harían y los consumidores se solidarizarían evitando solicitar aumentos salariales. El ciclo se habría roto. La estabilidad comenzaba a notarse. Herencia para Salinas y el resto de los gobiernos que le sucedieron.

En fin, hay muchos ejemplos de grandes aciertos en materia social y económica. Todos obligados por la emergencia y la necesidad; pero con visos de afiliación de todos los sectores sociales. De cualquier modo le modera el color que tanto lo marcó. Gris tal vez, el mechón plateado le ayudaba, pero como lo dijo Federico Reyes Heroles recientemente, “gris acero, de un Gran Presidente”.

Yo lo encontré en Bellas Artes, varias veces. Aplaudían su entrada como la de un presidente en turno. Sólo que sin aviso ni organización. Tosía, tosía fuerte por su enfermedad. Me tosió en la nuca alguna vez, cuando la Orquesta Sinfónica de Xalapa se presentaba en honor a las fiestas septembrinas, si bien recuerdo. Me invitó mi tío Manolo Zepeda. Ocupábamos uno de los palcos y Don Miguel y su esposa nos acompañaron a invitación del entonces gobernador, Miguel Alemán Velazco. La gente respetaba y quería al expresidente De la Madrid, y se encargaban de demostrarlo.

El homenaje póstumo que se le brindó en Palacio Nacional es un homenaje merecido… para él y cualquier expresidente. Es la primera vez en estas generaciones de gobernantes que se aprecia algo así. López Portillo fue enterrado como cualquier civil, con poca prensa y más escándalo por su esposa Sasha Montenegro. Quizá este acontecimiento sea un efecto multiplicador del mismo Don Miguel, quizá el presidente Calderón busca reconciliarse con el priísimo, con parte del pueblo, con la historia. Sabe que viene pronto el cobro de las facturas, sabe que vienen los reclamos. Nada mejor que generar cohesión social para atenuar la fuerza de los ataques que tenga que enfrentar después de abandonar Los Pinos. Ya veremos qué le depara al presidente Calderón; cuál será su evaluación postrera. Entiendo que quiso crear afinidad con su programa de combate al narcotráfico. Muchos no lo han entendido así y lo han criticado duramente. Los que viven en situación de conflicto parecen estar de acuerdo con la guerra; los que la sufren de afuera, no, y ellos son sus más duros detractores.

Decir que fue un presidente gris, como dicen que fue Miguel de la Madrid, es despreciar cualquier esfuerzo de él por devolver lo que habían corrompido Echeverría y López Portillo. Chamba de biógrafos e historiadores. Compararlo con Salinas resulta más complicado aún, este último tiene más facturas que atender. Creo que Don Miguel fue un buen presidente, por lo menos tengo una imagen más noble y constructora de él que la que tengo de algunos que vengo acompañando desde mi infancia. Descanse en paz Don Miguel, viejo chingón, letrado, conocedor de la historia y de las cuestiones económicas. Gracias por su legado. Y despreocúpese por la carraspeada aquella, se sintió raro, pero venía de usted, había que guardar la compostura y el respeto.

México, D.F. 10 de abril de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario